“EN MEMORIA DE EDUARDO HEVIA VÁZQUEZ”. Artículo en “El Economista” (18/10/2018)

“EN MEMORIA DE EDUARDO HEVIA”

Artículo de Ernesto Martínez, Presidente del Instituto de Auditores Internos de España

 

REPRODUCIMOS ESTE ARTÍCULO DADO QUE EDUARDO HEVIA VAZQUEZ FUE UNO DE LOS GRANDES INSPIRADORES DE LA ASOCIACION Y UNO DE LOS PRIMEROS MIEMBROS PATRONOS DE LA MISMA.

Recientemente, la auditoría interna española ha tenido que decir adiós a una de las personas que más han contribuido a elevar la profesión, Eduardo Hevia Vázquez, presidente de honor del Instituto de Auditores Internos, y quien fuera también su máximo responsable ejecutivo entre 1988 y 1998.

La trascendencia de su legado y su propia figura va mucho más allá de las responsabilidades institucionales y laborales de las que se hizo cargo a lo largo de su extensa carrera: su nombre siempre permanecerá ligado a la Auditoría Interna hispana como la de uno de sus máximos referentes.

Su gran aportación fue la de impulsar y desarrollar una concepción moderna de la Auditoría Interna en España y Latinoamérica. Junto a otros pocos, pero insignes colegas, dieron los pasos oportunos para que hoy nuestra actividad sea considerada una profesión por legisladores, instituciones, reguladores y supervisores y la sociedad en general. Su visión y su fuerte y poderosa personalidad, unidas a sus vastos conocimientos de la Economía y la Empresa, fueron determinantes para que le encomendaran la implantación del área de Auditoría Interna de Endesa en 1976, que con él se convirtió en la época en un modelo a seguir, debido al escaso desarrollo entonces de la función en España.

No en vano, en el albor de lo que era una realidad sólo en algunos países y que años después sería un axioma en prácticamente todo el mundo, Eduardo concebía ya la Auditoría Interna como una profesión al servicio del consejo de administración y la alta dirección para mejorar los procesos de organización y proporcionar aseguramiento objetivo basado en riesgos.

Para cumplir con esa misión siempre defendió el papel de una Auditoría Interna que estuviera al nivel orgánico de los máximos responsables de la gestión de las organizaciones.

A eso, y a compartir su maestría, dedicó gran parte de su vida. Su espíritu generoso e inquieto le llevó a investigar en nuevas técnicas de auditoría que supusieron un gran avance en la profesión del mundo hispanohablante, y que le llevaron a firmar varias publicaciones, entre ellas Manual de Auditoría Interna, el primer libro editado en español sobre la profesión; y Concepto moderno de la Auditoría Interna, considerado por muchos hasta hace unos años como el mejor manual sobre la profesión escrito en nuestra lengua.

Su hijo Jorge recordaba recientemente que la historia de la pequeña y mediana empresa y de la Auditoría Interna no se pueden entender sin su significativa contribución.

De ello son testigos varias generaciones de auditores españoles y latinoamericanos. Porque durante toda su carrera, incluso tras su jubilación, Eduardo siguió haciendo suyo el lema de la profesión a nivel mundial, progresar compartiendo, y fue maestro de muchos de ellos, con los que compartió sus conocimientos, sistemas, información e ideas.

Tampoco la trayectoria del Instituto de Auditores Internos de España se puede entender sin él. Pese a no ser uno de sus fundadores, muy pronto se unió a ellos para impulsar la profesionalización de la actividad en España e importar los conocimientos y técnicas ya desarrollados en otros países, incluidas las normas que hoy rigen para la Auditoría Interna en todo el mundo.

Durante diez años lideró como presidente del Instituto el desarrollo de su actividad formativa y la evolución y divulgación de la Auditoría Interna contemporánea entre legisladores e instituciones. Los socios siempre le recordaremos agradecidos como un gran impulsor de la profesión y del Instituto en España, sentando las bases de lo que hoy es nuestra Asociación: una reconocida y sólida institución que se encuentra entre los diez principales institutos de Auditoría Interna del mundo.

No quisiera finalizar estas líneas sin destacar las que considero como las otras pasiones de Eduardo, que comparto, y fueron determinantes en su carácter: Asturias y su familia.

Siempre estuvo y se sintió muy vinculado a nuestra tierra, que le ha visto nacer y morir, pues decía que el hombre que pierde sus raíces camina inevitablemente hacia el desequilibrio personal. Unas raíces y una vida que compartió con su esposa Neli y su familia de siete hijos y numerosos nietos, que él consideró siempre como el verdadero éxito de su existencia. Con todos ellos queremos compartir nuestro cariño y admiración por Eduardo.

 

 

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