LEYENDA POPULAR LLASTRINA SOBRE “ASTURA, LA GRIEGA“.
Como toda leyenda, la que recogemos en nuestra habanera con letra y música del Coro Marinero Manín de Llastres, igual que la que se basa en la presencia de la Legión IV Macedónica en la playa que denominamos actualmente de la Griega o playa de Colunga, tiene un trasfondo impregnado por la aportación de la imaginación popular idealizada con añadidos a lo largo de la historia. Así se justifica el nombre, el origen de muchos lugares, pueblos o ciudades. Esta otra versión legendaria la he recogido de oírla contar a mi abuela paterna, Eduviges Braña Ruiz, en Llastres, durante mi infancia y adolescencia. También se comentaba en casa de mis padres: Adolfo Martínez Braña y Pilar García Candás (años que van desde la década de 1950 hasta el día de hoy). Es posible que se haya ido perdiendo este testimonio legendario transmitido verbalmente en otras familias. Por ello he querido recogerla, antes de que se pierda, en esta canción-habanera del Coro Marinero Manín de Llastres que refleja en su misma letra la síntesis de la leyenda de “Astura, la Griega”, que daría el nombre a la playa de la “Griega” de Colunga y al río “Astuera” de la playa de Llastres denominada también de “Astuera” (corrupción de “Astura”), conocida también como del “Astilleru” donde desemboca el río Astuera.
El hecho es que en el valle donde desemboca el río “Astuera” es donde se ubica el primer núcleo habitado conocido como “Sábada”, el fondeadero donde solían hacer la “aguada” a lo largo de los siglos muchos barcos. La característica de estar resguardado por la punta Misiera que penetra en el mar desde el Alto del Mirador de San Roque de Llastres le hacía ser un fondeadero seguro y utilizado por los barcos que se resguardaban en este rincón de la bahía de Llastres.
En torno a este río denominado hoy de “Astuera”, y de la “Playa de Astuera o del Astilleru”, cuando todavía no existía el actual pueblo de Llastres, el núcleo habitado en este valle se le conocía con el nombre de “Sábada” (nombre derivado del latin medieval “stábat” =“stabata” = fondeadero). Este valle estuvo presidido por un templo levantado por soldados romanos dedicado al culto de Mitra; posteriormente, con la llegada del cristianismo, se superpondría encima de él un templo dedicado a Santa María de “Sábada”. Este templo sería derruido por la humedad, lluvias, derrumbes de la falla geológica que cruza esta parte que los llastrinos conocimos desde siempre con el nombre de “La Iglesia vieya”, muchos de cuyos restos fueron utilizados para la construcción de la actual iglesia de Llastres en el siglo XVIII. Como he dicho, a este lugar se le denominaba “Sábada”. Muchos barcos de todos los tiempos se refugiaban aquí por ser un lugar resguardado y algunos de esos barcos antiguos aprovechaban para realizar la “aguada”, previo fondeamiento. Así desembarcaban en la playa, junto a la desembocadura del río, cogían agua en sus pellejos para proseguir la navegación, intercambiaban por permuta o por compra productos de los primitivos habitantes de este valle y continuaban su singladura.
La leyenda nos dice que aquí desembarcaron también, antes que los soldados romanos (los que levantarían el templo a Mitra de lo que luego sería la “Iglesia Vieya”), expediciones griegas que iban navegando en busca de la “casiterita”, un mineral que era muy valorado por las culturas helénicas y prerromanas, compuesto de bióxido de estaño, buscado en las islas Casitérides, cuya ubicación segura se ignora. Algunos estudiosos las sitúan en las islas británicas, otros en Galicia (islas Cíes), y por el norte de España.
La leyenda popular que yo oí a mi abuela y en mi casa dice que un barco griego se refugió en “Sábada” (= el actual fondeadero de la bahía) y bajaron a tierra los marineros del barco griego. Entre ellos un efebo hermoso, necesitado de amor después de una larga singladura. Al ser ciudadanos griegos eran más cultos y más adelantados que los indígenas de este valle de “Sábada” y que los habitantes de los poblados de la Asturias prerromana.
En el río que ahora se llama “Astuera”, dice la leyenda que se oyó cantar a una chica de “Sádaba” que lavaba en él, como lo hicieron durante siglos nuestras madres. Esa chica se llamaba “Astura”. Cuenta la leyenda que era muy hermosa y que enamoró sin darse cuenta con su voz a aquel joven marino griego. Quedaron prendados el uno del otro e iniciaron una intensa relación llena de apasionado amor por aquellas playas, rincones y calas que van desde el cabo del Penote (la parte oriental donde finaliza la playa de Colunga, hasta la punta Misiera donde finaliza el puerto de Llastres. Ella sabía que aquel barco y su tripulación iban a volver a marcharse como otros tantos barcos lo hacían cuando terminaban la aguada y estancia que podía durar varios días. Aquel intenso amor apasionado iba siendo vivido con la nostalgia presentida de la marcha, de la separación de la navegación. Ella le rogó a su amado que la llevara consigo a su tierra y si no era posible que se quedara él a vivir allí con ella. Lo trágico de la situación era que esta hermosa chica llamada Astura, era objeto de amor y de deseo de más hombres de la tribu de Sábada, sobre todo de un viejo del poblado. También Astura era objeto de envidia por su hermosura por parte de otras mujeres; y ahora, al conocer que había sido el centro del amor de aquel joven y hermoso marino griego, las habladurías, los rumores contaminados de envidia y resentimiento se cebaron aún mucho más sobre la joven y hermosa Astura.
Llegó el momento de levantar anclas y marchar el barco griego. Astura y su amor se debatieron en aquel drama y dilema. Pero aquel viejo de la tribu, obsesionado desde hacía tiempo con ella, antes que “verla” en brazos de otro hombre más joven y hermoso que él movilizó a todos y todas las que envidiaban y odiaban a Astura para frustrar el éxito de su amor. Por lo que decidieron matarla a pedradas, de las que abundan en la desembocadura del río que ahora lleva el nombre de “Astura”, en su deformación de “Astuera”. Asesinada Astura, en lo que hoy denominaríamos un “asesinato o linchamiento de género”, el joven marino griego, sin poder hacer nada por evitar aquel linchamiento, se marchó en su barco con el corazón roto llorando a su amor por el Cantábrico hacia el norte.
Y dice la leyenda que cuando sale la Luna llena, una vez cada mes, los marineros y las gentes de Llastres, por las noches desde entonces, oyen gritos de amor en las proximidades de la desembocadura del río de “Astuera” (= de Astura), y por la playa donde vivieron sus encuentros de amor, hoy denominada playa de “La Griega”, también conocida como la Playa de Colunga.
Tradición oral recogida por Faustino Martínez García
Director del Coro Marinero Manín de Llastres.
Catedrático emérito de Filosofía.