«LÍDERES» ARTÍCULO DE JORGE HEVIA EN LA NUEVA ESPAÑA (26 mayo 2019)

  1. LÍDERES (LNE 26 mayo 2019)

 

En mis años en Estados Unidos he tenido oportunidad de escuchar en innumerables discursos la palabra “liderazgo” (leadership). Si hay algo que admiran los norteamericanos es esa condición: ser líder. En numerosos actos, proyectos y campañas he visto y escuchado loas y reconocimientos que personalidades, entidades y ciudadanos normales hacen a las personas que consideran líderes.

 

El diccionario de la RAE -institución que lleva a cabo una labor impagable para mantener la riqueza y la permanente actualización de nuestra lengua- dice que líder es la “persona que dirige o conduce un partido político, un grupo social u otra colectividad”; y también la “persona o entidad que va a la cabeza entre los de su clase, especialmente en una competición deportiva.”

 

Conviene precisar el concepto de líder y acotarlo en su justo significado, aquél que lo hace fuente de admiración y reconocimiento por nuestra parte. Un líder -incluyo a las mujeres, pero lo siento no me sale decir lideresa, pese a ser palabra admitida por la RAE- es aquella persona capaz de leer y de interpretar los signos de los tiempos; una persona que entiende los cambios que el paso de los años y los relevos generacionales llevan consigo. Es también un hombre o mujer de acción, que con sus actos arrastra a otros a adoptar posiciones y comportamientos concretos.

 

Pero eso no es suficiente. Un verdadero líder no se sube a la ola del cambio y se deja llevar por ella, no se resigna a marchar por donde sopla el viento, sino que trata de imprimir a las fuerzas del cambio una cierta dirección, en ocasiones no compartida por la mayoría de la sociedad. Una dirección realista y apegada a la realidad profunda de las transformaciones en curso. Porque el líder debe también ser consciente de sus posibilidades y medir bien hasta dónde puede llegar con sus acciones porque si fracasa, si no influye, será un líder frustrado.

 

Churchill es a menudo presentado como líder paradigmático: comprendió la realidad del momento, pero intentó llevar a su pueblo a adoptar una postura que no era mayoritaria entonces: resistir a toda costa y luchar hasta el final contra el totalitarismo hitleriano. Desgraciadamente, en el mundo de nuestros días abunda el líder acomodaticio, el que astutamente ve con antelación por dónde respira la mayoría y se adapta inmediatamente a ella. Es el líder tahúr, el jugador de ventaja.

 

Hoy en día encontramos también personas que tienen, a través de las redes, una enorme influencia en la sociedad. Aunque un líder es mucho más que un ”influencer”. Sirvan un par de ejemplos y vaya por delante mi respeto sincero -incluso mi envidia sana- hacia ellos. Cristiano Ronaldo -gran jugador, con brillante pasado madridista, hombre bueno- tiene 78 millones de seguidores en Twitter y Kim Kardashian 61; en Instagram Ronaldo cuenta con 166 millones de seguidores y Kim (insisto, no tengo nada contra ella; es más, admiro su capacidad para reinventarse cada 2 meses y ganar millones de dólares con las actividades más peregrinas) 138 millones de seguidores. En contraste con todo esto numerosos intelectuales, pensadores, artistas y filósofos tienen pocos seguidores o están ausentes de ese mundo. Los programas de debate político y social gozan de escasa audiencia mientras los de cotilleo ocupan las horas estrella de la programación. Desgraciadamente, Ortega y Gasset tendría hoy pocos seguidores.

 

Concluyo. Necesitamos auténticos líderes. En la política, en la sociedad, en la Iglesia, en el mundo internacional, en el terreno de la cultura. Gente conocedora de la realidad cambiante en la que vivimos, gente que con su poderosa personalidad y con su acusado liderazgo contribuya a encauzar las fuerzas del cambio, a dar sentido a los mismos, a dirigirlos en la dirección que beneficia al conjunto de la sociedad. Gente que sepa estar presente en el campo de la comunicación -imprescindible para hacerse oír en el mundo actual- y que sepa también dialogar -sin trampas, sin engaños- con otros líderes con una visión diferente a la suya. Exijamos un debate sincero, noble y limpio entre líderes como instrumento idóneo para facilitar el progreso y la madurez democrática de nuestra sociedad.

 

JORGE HEVIA SIERRA.

 

 

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