El próximo 1 de mayo la iglesia parroquial de Colunga recibirá la nueva imagen de Nuestra Señora de Loreto que ha realizado el artista y cofrade Francisco Blanco-Moreno Pérez. Con este motivo reproducimos un texto relacionado con la historia de “Nuestra Señora de Loreto”, así como un poema de 1934 dedicado a la Virgen.
BREVE HISTORIA DE «NUESTRA SEÑORA DE LORETO» (reconocida tradicionalmente por los colungueses como) «LA ROMANINA»
Su advocación se introdujo en Asturias por Colunga de la mano del italiano José del Miso, de la Señoría de Venecia.
Cuenta la tradición oral que el italiano llegó como náufrago a las costas colunguesas de Huerres, en la Parroquia de San Juan de la Duz y que, agradecido a la Virgen por no perecer ahogado, eligió en el lugar llamado «Espina» (paraje de espinos y frondosos castaños) un castaño donde se dice colocó la imagen Lauretana que todavía hoy contiene una réplica hecha en piedra.
Ya en el año 1.627 aparece José del Miso trabajando como hospitalero en el Hospital de Peregrinos anexo a la Capilla de Santa Ana de esta Villa, donde también se atendían enfermos pobres del Concejo.
Fue impulsor y fundador del Santuario (en el Barrio al que dio nombre) y Cofradía.
“Este Santuario fue fundado en el año 1.633 por José del Miso”. En cuanto a la Cofradía, se sabe que en 1.654 ya había 127 Cofrades de Loreto.
TEXTO de Francisco Blanco-Moreno Lueje
A LA VIRGEN DE LORETO
A ti Reina de Loreto
te suplico en este día
que sea yo siempre tuyo,
tuyo siempre, Madre mía.
Que todos los colungueses
conserven la devoción
que a la Virgen de Loreto
sienten en su corazón.
Te pedimos Madre nuestra,
ante todo y sobre todo,
que jamás caiga nuestra alma
envuelta en inmundo lodo.
Este es el mayor favor
que nos puedes conceder
y nosotros los tus hijos
podemos apetecer.
Ea, pues, Reina del Cielo,
nuestra abogada y patrona,
sed nuestro amparo y consuelo,
nuestro honor, nuestra corona.
Ya que en vida te invocamos
con respeto y devoción,
haz que después de la muerte
logremos la salvación.
Por lo mismo que eres Madre,
Madre de misericordia,
ayúdanos a lograr
del Cielo, la eterna gloria.
Con confianza lo esperamos
de tu maternal bondad,
¡Reina y Madre de Loreto,
a nuestras almas salvad!
Y hasta que venga la parca,
a cortar nuestra existencia,
ni un momento dejaremos
de implorar vuestra clemencia.
Y expiraremos creyendo
que por tu gran mediación,
nuestras almas obtendrán
la eterna salvación.
Anónimo. Publicado en el Diario la Región – domingo 08-VII-1934.